El consumo final mantendrá una leve senda decreciente, condicionada por el desvanecimiento del efecto de la demanda postergada y un aumento de la tasa de ahorro de las familias, mientras que la inversión crecerá de manera acelerada gracias, en parte, a la elevada utilización de la capacidad productiva y a las favorables condiciones de financiación. Todo ello hará que la demanda interna continúe como principal motor del crecimiento y que aporte dos puntos al PIB. El sector exterior, por su parte, drenará una décima a la actividad económica. La menor expansión del contexto internacional explica esta contracción.
La pérdida de intensidad afectará a todos los principales sectores, a excepción de la industria, que mostrará un comportamiento más dinámico en 2020 que en 2019. Con todo, los crecimientos seguirán siendo importantes. El menor ritmo de producción tendrá su repercusión en la creación de empleo neto, que pasará de crecer al 1,6% en 2019 al 1,2% en el presente año, situando la ganancia de productividad aparente por encima del medio punto porcentual. Estas tasas coinciden con las publicadas anteriormente, y equivalen a una creación de aproximadamente 15.500 puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo en 2019 y de en torno a 11.500 empleos en 2020. La tasa de paro se reducirá solo ligeramente, dada la afluencia de nuevos demandantes de empleo, atraídos por el aumento de oportunidades.