Silicosis, la enfermedad del “nuevo amianto”

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, cada año se producen en el mundo más de 2.500.000 de enfermedades vinculadas a las vías respiratorias. Una gran mayoría de ellas son consideradas de carácter crónico y su origen se relaciona con la exposición continuada a determinados gases, vapores y humos. La más conocida y grave es la silicosis.

¿Qué es la silicosis?

La silicosis es una enfermedad pulmonar intersticial fibrósica irreversible e incurable causada por la inhalación de las partículas de sílice producidas al cortar, romper, aplastar, perforar o cuando se efectúa la limpieza abrasiva de materiales que contengan sílice cristalina. Intersticial quiere decir que se desarrolla entre los tejidos de los pulmones, inflamándolos y, posteriormente, dañándolos, mientras que el término fibrósica se refiere a que causa un proceso de fibrosis o cicatrización permanente en los pulmones.

 Además, tiene impacto cardiovascular porque sobrecarga la parte derecha del corazón y da lugar a una insuficiencia cardíaca potencialmente mortal, denominada corazón pulmonar. Es la patología profesional más antigua que se conoce y motivo para determinar una incapacidad laboral, que puede ser aguda o crónica.

Se da, principalmente, en profesiones ligadas a la minería y el manejo de la piedra, así como en todas aquellas donde se utilice este material. Entre los sectores que más lo sufren se encuentran la minería, cantería y marmolería, metalurgia, cortado de la piedra, vidrio, fundiciones, cerámica, alfarería, industria química, pinturas y construcción.

La proliferación de casos ha disparado en los últimos años las alarmas respecto a una enfermedad que los expertos consideran “el nuevo amianto” y que ha obligado a revisar los protocolos de vigilancia médica. Pese a su elevada incidencia y prevalencia, no se dispone de datos epidemiológicos que permitan establecer su auténtica dimensión.

Síntomas y causas

Muchas personas no desarrollan síntomas hasta que la patología ya está muy avanzada. Los primeros síntomas pueden aparecer 15 o 20 años después de la exposición e incluyen dificultad para respirar, tos y debilidad. Según se endurece la enfermedad, surgen:

  • Insuficiencia respiratoria, incluso en reposo.
  • Fiebre
  • Sudores nocturnos
  • Tos intensa.
  • Fatiga constante.
  • Pérdida de peso.
  • Dolor en el pecho.

Esta dolencia se liga, además, a otras que surgen como consecuencia de ella, como:

La UE reconoce, de hecho, el polvo de sílice como sustancia cancerígena.

Diagnóstico y tratamiento

Una vez contraída, es una enfermedad irreversible, solo tratable mediante:

  • Lavado pulmonar.
  • Corticoesteroides.
  • Fármacos para mejorar la respiración.

En casos muy graves, puede ser necesario incluso un trasplante de pulmón.

Respecto al diagnóstico, este se lleva a cabo mediante la tomografía computarizada de tórax o una radiografía de esta misma zona. La segunda prueba se realiza, sobre todo, para confirmar un primer diagnóstico.

Por lo demás, una vez contraída esta enfermedad, la única estrategia médica posible a seguir es retrasar su avance. Por ello, en la mayoría de los casos, la persona tiene que abandonar su puesto de trabajo, para evitar continuar en contacto con las citadas partículas.

Prevención de la silicosis

Al tratarse de una enfermedad sin cura, la prevención resulta imprescindible. Una actitud proactiva y responsable por parte de las personas trabajadoras resulta esencial para evitar contraerla. Cumplir con los protocolos y llevar en todo momento los equipos de protección individual (EPI) bien puestos y en perfecto estado son dos medidas clave.

En este sentido, la formación laboral debe enfocarse a mitigar o prevenir conductas peligrosas. De igual forma, se han de inculcar buenas prácticas en la ejecución de las tareas propias del desempeño laboral. Por su parte, el trabajador tiene que ser consciente de los graves peligros que corre al estar en contacto con partículas de sílice. Ello contribuirá a que adopte una actitud activa y participativa en su autocuidado diario.

Sumado a lo anterior, las revisiones periódicas, que han de incluir radiografías de tórax, tienen que llevarse a cabo con bastante frecuencia. De esta manera, se podrá detectar cualquier problema en sus fases iniciales. Igualmente, es muy aconsejable que se abandone el tabaco. Si el tabaquismo ya es, de por sí, un grave riesgo para la salud, este se incrementa aún más con factores como la exposición a la sílice. A ello se pueden añadir medidas como la vacuna neumocócica y la de la gripe, como estrategias para mantener un buen estado inmunitario y de salud en general.

Conocerla implica contribuir a su prevención y erradicación. La cultura preventiva, la toma de conciencia y la responsabilidad individual de cada trabajador son determinantes.

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