A vueltas con la falta de liquidez en las pymes

En los recientes escenarios de crisis, (se hablaba entonces de crisis crediticia) la falta de liquidez originada en las empresas por una reducción del crédito de las instituciones financieras, se ha perpetuado hoy en día constituyendo un mal endémico de las pymes a nuestro alrededor. Si hiciéramos una encuesta sobre los problemas de la pyme actual, seguro que las respuestas tendrían a la falta de liquidez como protagonista. La falta de liquidez y las restricciones que encuentran las compañías pequeñas y medianas a la hora de financiarse, marcan el devenir de cualquier director financiero que se precie.

Es curioso, los mismos problemas que se hacían patentes en escenarios de crisis.

¿Estamos entonces ante un problema sistémico y estructural?

Las horas dedicadas a la gestión de cobros y pagos van en aumento de forma inversamente proporcional al volumen de tesorería y resta horas al resto de la función empresarial. Esta enfermedad es verdaderamente contagiosa, y un retraso en el pago a un proveedor originará retrasos en el pago de éste último a los suyos, etc. Se produce un efecto multiplicador entre proveedores y clientes y aunque estemos alejándonos de la crisis tal y como la conocíamos, seguimos padeciendo algunos graves síntomas que pueden dar al traste con muchas compañías.

Son precisamente las pymes las que sufren de forma más aguda la situación ya que en este entorno se mueven con desventaja puesto que a pesar de las normativas de cobros y pagos, quienes primero incumplen la norma son las grandes empresas en contra de las pequeñas, con menor fuerza negociadora. Así, es habitual que las pymes no cobren antes de los 100 ó más días y tengan que recurrir a líneas de circulante para mitigar la situación agravando el problema tesorero.

Y ahora, ¿cómo resolver el problema? ¿tiene solución?

Dentro de las posibles soluciones que encontramos a esta crisis de liquidez existen dos principales como pueden ser la reestructuración de la deuda (llevando deuda de corto a largo plazo) y el control de los plazos de cobro y pago.

El segundo de ellos, es muy difícil de controlar por parte de las pymes que en general son el pez pequeño comido por el grande en cuanto a negociación de cobros se refiere. El primero por su parte, tiene un gran obstáculo en la banca que en cuanto escucha los términos refinanciación o reestructuración se cierra en banda y deniega cualquier cambio en la deuda a no ser que se aporten más garantías.

Hay ocasiones, en las que la falta de liquidez es únicamente un síntoma de que algo no está funcionando económicamente en la compañía. Para proponer soluciones a la falta de liquidez es muy útil hacer un estudio del margen operativo para ver si una reducción de éste es el verdadero causante de los problemas de pago.

Normalmente, las soluciones vendrán en la mayoría de los casos por un cambio en la estructura financiera y un cambio en la estructura económica.

Estamos pues, ya en 2019 y parece que cada vez nos alejamos más de los escenarios de crisis del 2010, 2011, etc. Los ratios de las pymes están cambiando a una versión más optimista, sin embargo, hay algo que nos une aún a los tiempos de la depresión más virulenta y es la generalizada falta de liquidez en nuestras pequeñas y medianas empresas.

En tiempos donde los tipos de interés deberían favorecer las inversiones y las reestructuraciones de deuda en favor de la tesorería, parece que ocurre todo lo contrario. Ésta es la epidemia de la época: la falta de liquidez.

Se precisa ahora por tanto altura de miras por parte de las entidades crediticias en cuanto a las refinanciaciones y reestructuraciones que nos separen de los rancios analistas de riesgos de tiempos pasados que solo entienden de garantías y rentabilidades a corto plazo y por parte de las instituciones públicas un mayor rigor a la hora de ser vigilantes de las normas de plazos de pago.

Afortunadamente, existen cada vez más instrumentos de financiación alternativos a la banca tradicional a la que las pymes se están viendo abocados y que transmiten un rayo de esperanza.

Aunque no debemos demonizar a nadie, cada cual tiene su porción de culpa, los bancos y sus rigideces, las instituciones que no vigilan los plazos legales de cobros y por último, aunque cueste reconocerlo, la empresa en sí misma, ya que en muchos casos la falta de liquidez es fiel reflejo de la falta de rentabilidad del negocio y de la falta de atención a los avisos que nos lanzan los datos económico-financieros.

Julio Prado - Economista consultor financiero de Sayma

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